miércoles, 12 de marzo de 2008

Primer capítulo de "Fago"/ Excelente pintura de un crimen real

Este lunes pasado, por la noche, TVE estrenó la polémica serie “Fago”. Basada en un hecho real que aconteció en un municipio del mismo nombre de la localidad de Huesca, Aragón, cuando en enero de 2007, fue encontrado muerto su alcalde y actualmente, se encuentra procesado el principal sospechoso del crimen, un guarda forestal. Con un interés alto de audiencia ya por el morbo de su trama- no excenta de lupas judiciales y previos pedidos desestimados de no emitir la serie-, se estrenó “Fago” contra todo pronóstico.

Ambientado en un pueblo que no escapa ser otra pintura del infierno grande que son todas las comarcas chicas, hasta que se delatan a sí mismas, se lanzó este pequeño milagro televisivo- al menos lo que se decanta del primer capítulo denominado "La emboscada"- de solo tres entregas, bajo la exquisita y experimentada dirección de Roberto Bodegas.

Notables actuaciones, una iluminación natural a veces y con sesgo impresionista otras, potenciando cierta teatralidad sobre todo en las escenas nocturnas, y una austeridad que se agradece en un guión bien plantado de Antonio Onetti, construyen este tejido de primeras impresiones en una población -hasta hace poco casi ignoto para muchos -del Pirineo aragonés.

En el marco de una típica calle de pueblo serrano, con su rotonda y su fuente, una luz que maravilla y rebota en el mansillado ocre de los pedregales que levantan las antiguas construcciones, se dará vida a las revueltas de uno u otro bando de vecinos que pujan por distintos intereses. Así, a favor o en contra del alcalde Mateo Ibarra, que encarna con solvencia Jordi Rebellón, se irán destripando las teorías sobre su muerte- una de las mejores muertes vistas en la televisión de los últimos tiempos por su resolución, prologa el capítulo con sobriedad y buen gusto, dado el tratamiento especial dado a un tema actual y controvertido - y a partir de allí, el raconto por parte de los principales familiares y vecinos, irá desvelando la cronología y sustancia de los hechos, invitando al espectador a intervenir en off en la toma de posiciones.

Lo más objetable, cierta falta de ritmo en algunas escenas que podrían ser más ricas y pierden eficacia; tal es el caso del diálogo entre los técnicos forenses, sobre todo por parte de la actriz que divaga demasiado en un contexto desolador, mientras consignan datos sobre la observación del cadáver -orificios de bala, extracción de tejido,etc- el guión sobrevuela en la nada por falta de precisión actoral.

Dicho esto, hacía falta ver en la televisión de hoy actuaciones como lo son la mayoría en esta nueva serie, en la que los personajes hablan con sus gestos y rostros, que dicen muchas veces más que las palabras, lo que es un logro poco habitual aunque parezca lo contrario, más aún, cuando este vertedero de palabras no abunda en lo soez o en el lugar común, como nos tienen acostumbrados, salvo contadas excepciones las series actuales.
Se destacan del grupo de actores, además del popular Rebellón, Joaquín Notario, Juanma Lara, Iván Hermes e Inma Bartolomé.

Habrá que seguir viendo.

MEM