jueves, 21 de febrero de 2008

la argentinita


Hoy, 22 de febrero de 2005, me dí cuenta que tardaríamos en volver al país. Y España me pesó como si se me cayera encima con sus kilos de embutidos olorosos, sus grandes pechos en picada desde un rascacielos cerca de la Plaza Mayor y los gritos de mi madre porque se le había quemado el pescado. Tener 16 años cuesta a veces más que un tifón de vacaciones. A pesar que mis compañeros ríen con mis comentarios , con mi tonillo argentino y con mis ocurrencias yo cada centímetro de aire que respiro añoro hacerlo en mi tierra. He llegado a odiar este país, a negarlo y a insultar para mis adentros el no sentir en vivo la música de mi patria. Benditos son los cines cuando ponen algo nuestro, cada una de las palabras que pronuncian, las ametralladoras “eyes” marcadas como ejércitos dentro de las frases tal cual hablan los porteños... Lindísimos actores que sólo veo a veces por internet y otros que aparecerán en el firmamento nacional y que yo no podré conocer por esta maldita lejanía que me toca. Veo a mis viejos pelearla y no lograr nada en tres años que llevamos. Y yo estoy entre ellos, entre sus peleas y besos, entre sus agobiantes preguntas y celos, entre sus respuestas repetidas del porqué permanecer aquí a pesar de todo. El año nuevo fue bajón para mí. Estuvimos con amigos argentinos y eso me llenó de ilusión pero cuando llegamos los escuché hablar y ¡eran todos más españoles que Rafael! Las costumbres, los gestos, lo maravillosa que fue España con ellos, que como se come, que tienes todo lo que quieres, que allá no se puede vivir, que la violencia, que la inseguridad permanente, los robos, las muertes… Mi país, pobrecito, me pregunto si alguien lo querrá más que yo. Si los que están acá ni se acuerdan o si se acuerdan ponen una cara de asco. Si con unos pesos de más en el bolsillo cambian tanto…¿sólo seremos eso? Sólo aspiramos a eso los argentinos cuando nos vamos? Entiendo cuando hablan de la seguridad y la violencia permanente, de las estafas, de la miseria que arrasa todo proyecto…Pero …¿y aquí? Cada dos o tres días muere una mujer apuñalada por su marido o pareja. ¿Y lo del tren Alcalá –Madrid el 11 M? Sí, ya sé, en cualquier sitio podría pasar lo mismo dice mi madre con su gesto que todo lo sabe y que podría predecir el futuro en la borra de una cucharita. Pero llora cada vez que ve las imágenes del tren y cuenta que ella podría haber ido a trabajar en ese tren y repite la odisea que fue correr a buscarnos al cole porque una de las bombas la estaban desactivando cerca. Y los padres gritando hijos de puta, mal nacidos, y los hijos trepados de las verjas de los colegios cercanos llamando a la madre a los gritos. Y las barreras policiales y tres días después las procesiones en la calle mayor y el peso de la tragedia en cada cara y las personas que se salvaron acompañadas por otros, abrazos, besos, gritos de dolor… Una Alcalá de Henares teñida de sangre con el terror y el vacío en las miradas. Y las velas encendidas y chorreando desprolijas por los muertos en Santa Eugenia y El Pozo y nosotros desde el tren mirando por primera vez sin sentirnos extranjeros porque nosotros también sabemos lo que es vivir sin tocar lo amado. Tiendo a mirar hacia abajo y no sé porqué. ¿Buscaré el centro de la tierra, de mi tierra quizás? Mi madre se enoja porque me encierro en mi habitación, en el baño, en mi música y en mis pensamientos “argentinos”, que tengo que adaptarme y divertirme aquí, porque estoy aquí y no en otra parte porque, dice, sufro. Y yo siempre le digo lo mismo: yo no sufro, yo me quiero ir. (Robado del diario de una argentinita fugada)

1 comentario:

La caja teatral dijo...

Para los que me preguntan sobre este texto por e mail:

Por cierto, lo de "robado" es una excusa literaria, pero parte de la observación directa de mis seres cercanos, sus amigos, sus confidencias...

gracias por el interés Alejandra, David, Eleonora, Sibilla, Che pibe, argentinitoenoff...
un besito virtual